siendo honesta

y es que Septiembre suena bien pero no tanto en la práctica. A pesar de anhelar la llegada de Septiembre, no es hasta Octubre que poco a poco vuelvo a mí, a recuperar el norte, a moverme con más ligereza y sentir que aguanto en equilibrio.

El Verano me deja exhausta y totalmente noqueada. ¡Menuda sorpresa!. Una sensación incluso de angustia que no sé muy bien cómo explicar sin resultar tremendista. Pero este Verano aún más. Creo que la mayoría que me seguís en instagram sabéis que mi madre estuvo malita, aunque tampoco he dicho exactamente de qué. En Agosto sufrió una sepsis a causa de una infección muy fuerte de riñones. Nunca había oído hablar de sepsis, no sabía que una persona podía morir de ello y jamás creí que vería a mi madre tan fuera de sí. Tampoco me atreví a buscar en google, yo, impaciente siempre, supongo que no quería que doliera más aún...

Nos dicen que la ingresan en la UCI. ¿cómo ha podido ocurrir algo así? la primera noche que nos fuimos a dormir sin saber qué pasaría, me situó de repente hace 8 años atrás cuando ingresaron a mi pequeño Nico en la UCI de neonatos con apenas 7 días de vida. Confrontar algo así con mi actual "yo" y la "yo" del pasado fue lo peor. Era evidente que la herida seguía abierta. Demasiadas similitudes, el mismo olor, el mismo silencio. La misma butaca.

Pero eso solo lo supo Oscar que me acompañaba cada noche en mis explosiones de llanto.

Me ha costado asimilar todo. Yo solo me quejaba del puñetero calor, pero la vida a veces te sorprende para que dejemos de centrar nuestra atención en gilipolleces. Y así fue. O quizás eso quiero creer. De todo se aprende, a valorar la vida, lo que tenemos. No lo que nos molesta o nos falta. De nada sirve cuando todo se desmorona. De nada.

Pero ahí está lo impredecible de la vida, para recordártelo por si lo había olvidado.

Otra vez noqueada.

Touché!

Así que las primeras semanas de Septiembre no fueron tan malas, mi madre algo mejor y yo en modo cuidadora sin advertir que estaba a medio gas y que si quería seguir, también debía prestarme atención. Pero en ese sentido estaba totalmente paralizada. En mi cabeza, continuas señales de precaución, emergencia y peligro que no sabía cómo frenar, ni acallar y mucho menos gestionar.

Este mes he colapsado en todos los sentidos.

Me he pasado parte de Septiembre llorando, medio agotada sin que mi cuerpo me respondiera. Intentando alimentarme bien, tomando mis suplementos. Pero nada. A veces con una sutil esperanza y ganas por continuar con feels like home para mostraros todo aquello con lo que he estado trabajando desde Junio, pero siendo honesta, bajo mínimos. Me he pasado días en los que entraba al taller con la idea de continuar, de plasmar ese Otoño que llegaba con mis productos, enseñando lo bonito que me hace sentir, pero todo lo nuevo seguía intacto sobre la mesa de trabajo, incapaz de llevar nada a la acción, de mover ficha. He necesitado más que nunca un compañero de trabajo, que tirase de mi, que me diera ideas cuando estaba en blanco. Pensé incluso en dejar mi proyecto. Evidentemente no sentía ni pensaba con claridad. Mi cuerpo solo me pedía silencio y descanso. Y a veces ni lo uno ni lo otro lo hallaba en mí.

Pero tengo un negocio que necesita continuar y no puedo permitirme parar a secas, por ello he seguido algo activa, aunque cero presente en redes para interactuar. Por si ya te habías dado cuenta, o no...

en ocasiones no se me da tan mal fingir que todo va bien.

...

Esta última semana de Septiembre estoy cogiendo aire...

preparándome.

Y siendo honesta,

todavía siento que me cuesta un poquito.