el bienestar "impostado"

Cuando creé esta (slow) letter sabía que no iba a prometer una entrada semanal. Ni siquiera quincenal. Conmigo las imposiciones no funcionan. Para crear contenido necesito realmente estar inspirada, que todo fluya, sentir esa sensibilidad y ganas de abrirme que no siempre uno posee y que creo que es la base para luego mostrarse de la manera más auténtica.

Desde mi primera slowletter, no había sentido eso. De hecho, hace una semana mi tema para contaros era otro pero estos días esto me resonaba más. Y aquí estoy. Sin saber cómo empezar y raramente sabiendo con qué acabar. Y es que estos escritos, si algo bueno tienen, es que surgen a medida que escribo, no me hago esquemas ni anoto ideas en un cuaderno. Improviso y escribo lo que sale de mi interior, sin filtros. Voy creando a medida que voy pasando estas líneas y déjame decirte que sin saber qué contar con exactitud en el siguiente párrafo.

Empecemos quizás contando cosas sueltas y que parecen inconexas entre sí.

- Estoy eliminando la cafeína. No es que tomase mucho café, pero la verdad es que con la excusa de que era muy poquito y el resto bebida vegetal, pues 3 o 4 caían. El detonante: tensión ocular en el ojo izquierdo. Revisión en 6 meses. Cefaleas constantes, contracturas musculares, etc. Causa; estrés, estrés y más estrés que arrastro del año pasado.

-Los fines de semana apenas entro en Instagram. Digo apenas porque no lo hago pero si veo una notificación de que alguien ha compartido algún stories sobre mi negocio, entro, lo miro, doy las gracias a la persona y lo comparto. La razón: por salud mental y amor a mi familia.

-Este año, aunque ya venía haciéndolo durante el 2023 (ok, lo de mi madre me dejó k.o), estoy priorizando mi salud, mi paz mental a todo lo demás. Llevo desde 2019 dedicándome en cuerpo y alma a Feels Like Home. No es complicado, he de decir que cuando algo te apasiona, no se siente como esfuerzo, pero ahí radica también el problema. De que como no lo ves, los síntomas de "burnout" van apareciendo muy tímidamente y poco a poco hasta que un día pasa algo y ¡BOOM! todo explota por los aires. Tu salud mental y un desencadenante de problemas físicos que por sorpresa tuya, antes de los 40 no te aparecieron y ahora no paran de brotar (además uno detrás de otro).

Me permito sentir las emociones más desagradables, dándoles su espacio mientras me repito: "todo está bien, Lorena. Llora, descansa, no hagas esto si no te apetece. El sol va a salir y ahí te estará esperando. Pero no escondas ni un pedacito de esa tristeza en tu corazón".

Antes no. Me forzaba a estar bien porque sabía por experiencia propia que cuando uno cae en una depresión, te va a acompañar durante mucho tiempo.

Últimamente estoy retomando el buen hábito que perdí hace un tiempo de leer. Y aumento esa dosis de lectura en los momentos en los que estoy más apática o no quiero estar a full con mi proyecto. Me encanta mi momento de infusión que me llevo a mi mesita de noche y ese ratito para mi, a solas, leyendo. La depresión me arrebató ese poder de concentración absoluta cuando te sumerges en la lectura. Y he vuelto a recuperarla.

Y toda esta introducción, todas estas cosas sueltas que parecen datos sin sentido, os la cuento porque viene a resumir a grandes rasgos lo que para mi es hacerse cargo de nuestro propio BIENESTAR. Se trata de pequeños gestos de amor que me doy (aunque a veces no sean tan fáciles de llevar a cabo).

Es un autocuidado real. No idílico, como el que no para de venderse en redes. (aka instagram).

Y ¡oye!, ya faltaba el criticar las redes, un lugar que me ha traído personas y clientes increíbles pero que también tiene una cara B y de la que me apetecía compartir con vosotros. Concretamente de cómo nos hemos vuelto adictos a un cierto contenido catalogado como de "bienestar". Yo he sido la primera consumidora de este tipo de contenido, ya sea visual, escrito. No hace mucho me encantaba ver tips sobre bienestar emocional, tips para llevar una vida en el hogar más saludable, sin tóxicos. Durante mucho tiempo desempeñé cambios muy significativos en mi propio hogar y que a día de hoy sigo haciendo. (aunque ya os digo que otros no porque, este es otro melón que se podría abrir en otro momento: lo sostenible al 100% para mi deja de serlo cuando se convierte en un lujo accesible a muy pocos).

El problema reside en que todo lo que se ha comprobado que "vende" se ha querido estirar al máximo, tanto, que nos ha convertido en adictos. Adictos a consumir un tipo de "bienestar impostado". Desde mi humilde opinión, siento que cuando uno te da consejos de cómo desacelerar tu vida, es que ni el o ella te lo explica desde lo conseguido e instaurado hace un par de años. Está en proceso de lograr ese cambio pero siente que repitiendo contenido del mismo, siguiendo el mismo patrón, uno lo adquiera de manera más rápida en su yo más profundo (y de paso se lleva seguidores nuevos). Y no es así. Nada se consigue de la noche a la mañana. Es lo mismo que la meditación que requiere mucha constancia, trabajo interior y años de práctica. Pero entras en instagram y de repente: te aparecen cientos de entendidos del tema que hacen de ello un negocio. Por no decir todos los gurús espirituales y el teje maneje que se encuentra detrás de todo ello y que tira por tierra a personas que realmente lo son y tienen ese precioso don y sabiduría.

La exposición en redes actualmente nada tiene que ver con la de hace unos años. En la actualidad, inconscientemente, lo usamos para seguir alimentando nuestro ego porque nos damos cuenta de que con ella somos más visibles, nos da una validación externa que nos da puntuales dosis de dopamina que seguimos necesitando día tras día. Y cada vez con más frecuencia.

En un mundo en el que necesitamos continuamente consumir videos con miles de consejos sobre cómo respirar bien, meditar, cómo vender mejor, qué alimentos no debemos consumir, etc, nos indica cuán desconectados estamos de nosotros mismos. Es una realidad que abruma. Yo también lo estoy, desde adolescente he consumido libros de autoayuda en busca de respuestas, es normal, seguir el ritmo a esta sociedad que hemos construido con tan pocos valores, es desquiciante. Pero seguir embobados sin darnos cuenta, nos mantendrá aún más distanciados y desconectados.

Está bien instruir cuando tienes una formación adecuada, enseñar tus propias herramientas, al igual que yo muestro mi trabajo artesanal, el problema es que no todos tienen la capacidad ni la formación para hacerlo y aún así se suben al carro mareando si cabe aún más a personas que por una serie de motivos, consumen ese tipo de contenido por inercia, buscando alguna forma de aliviar su situación.

Veo peligroso y amenazante el consumir en exceso este tipo de contenido que está en auge.

Creo que el verdadero bienestar emocional se construye desde adentro, se trabaja con constancia y casi siempre en la intimidad.

Primero: fuera de redes. Eso seguro. Yo he notado como mi contenido ha ido disminuyendo. Me he vuelto selectiva y cada vez siento menos necesidad de hacer de escaparate. Pocas veces me limito a mostrar un destello de alguna lectura, y el resto intento que sea para mostrar mis productos. Al principio me costó. Luego aparece de forma natural. Sentir hacia dentro. De eso se trata.

Lo demás se consigue priorizando. No sintiéndote culpable por no ser tan productiva en algunos momentos, abrazando el dolor que pasará, leyendo, escribiendo, paseando en la naturaleza, cocinando lo que de verdad te gusta, compartiendo con amigos, conversando, escuchando música. O simplemente no haciendo nada, dejando en pausa todo si quieres. El no hacer nada, lejos de ser algo negativo, creo que es realmente beneficioso y necesario, pero como de costumbre, se ha estigmatizado en una sociedad que aboga por la productividad desmedida.

Te dicen que cuidemos lo que vemos en la tv, te hablan de la higiene del sueño, de un sinfín de cosas importantes, pero se nos olvida que muchas veces vivimos a través de una pantalla. Aunque creamos que lo único que hacemos es inspirarnos quitándole importancia. Pero nos olvidamos del tiempo real, de lo que si podemos tocar, sentir, palpar.

No nos ceguemos por tanto contenido. (Ni siquiera el que va contigo, intenta siempre marcar distancias. Personalmente sigo pocas cuentas que tienen que ver con lo mío ).

Entonces, ¿cuál es el modo correcto de lograr sentirnos bien en una sociedad enferma?

Cualquiera que te funcione a ti, que te sirva a ti, que se adapte a tu vida real.

No haciendo tuyo el bienestar de otros. Ni creyendo que puedes conseguirlo a través de lo que consumes.

Y es que ése, raramente funciona.

Escúchate. Sé tú, real, sin florituras.

¿ qué te susurra esa vocecita?

Es ahí,

justo ahí.